Valerie Benguiat

Etiqueta rigurosa


La fiesta era de etiqueta rigurosa. Así decía la invitación. Suspiré profundo y me hundí en la cama. Mi novio había dejado la invitación recargada sobre la mesa de noche de mi lado. Estratégico, musité. RSVP. Volví a colocarla junto a la lámpara después de leerla.
Oye, dejé una invitación junto a la cama
Así me lo dejó caer desde el baño.
Lo oí a medias entre el agua de la ducha, y ya sabía yo que iba a ser algo desagradable. Nunca me mira a los ojos cuando presiente que me voy a enojar.
Oculté la cabeza entre las cobijas cuando él salió de ducharse. Sé que miró el bulto antes de carraspear.
Viste, dijo.

Si no quieres... comenzó tentativamente.
Deja, sí quiero
Pasé la mañana con la vista en la calle. La ventana era opaca y gris. O mis ojos eran opacos y grises y el día sólo era uno más del cúmulo de días que se sumaban a la advertida "etiqueta rigurosa". Él lo sabía porque me llamó antes de la hora del almuerzo.
Hola, dijo.
Mmh, hola. ¿Cómo van las cosas en la oficina?
Bien, tediosas, como siempre
Ah, ya veo.
¿Y en la tuya?
Nada nuevo, lo mismo de siempre
Mmh
Silencio.
El silencio se extendió por un minuto entero hasta que él tuvo la cabal idea de colgar.
Al llegar a la casa me quité los zapatos. Me saqué los pasadores del cabello y fui hasta la recámara. Sobre la cama estaban tendidos como una pareja de cadáveres el esmóquin de mi novio y mi vestido de noche. Me desnudé mirando la pared. Detrás de mí sentí que él había salido el baño. Oí el crujir de la ropa mientras él se vestía también. Me peiné. El maquillaje fue un distractor de minutos. Mi novio me tomó por el codo suavemente. Así te ves tan bien, no te pintes mucho. Traduje lo que dijo y tuvo la razón. Todo daba igual.
Llegué tomada de su brazo a la recepción. Allí una hostess recibía las invitaciones antes de indicar la mesa. Él le extendió la nuestra. Ella la abrió y me miró. Suspiré. Extrañé una cama en la cual hundirme, unas cobijas para esconder la cabeza. Justo a la altura de mi seno, ella pegó una etiqueta que leía: BISEXUAL. Mi novio bajó la vista. En su pecho lucía un CORNUDO muy poco halagador. Yo me mordí el labio y entramos al salón donde todo el mundo nos miró.
Detesto la etiqueta rigurosa.

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 13.02.2013.

 
 

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