… esta llamarada, este fanal de sangre y lumbres vivas que fulge ante nosotros,
¿ de dónde vino, quién nos lo trajo…?
encendiéndolos, entre linderos y trigos brilla y marcha un dios errante,
ah ¿ es que no lo veis…?
es tan hermoso como un canto de alondra,
y tan dulce y fértil como un trazo de hierba viva;
… el corazón lo sigue y sigue, y el alma, arrebatada, en él prende y arde;
venid, llegad, pues, y recogedme,
que a briznas voy por los caminos y el aire, y, cual luz mortal, esparcido estoy por la pradera;
… yo, yo, que quepo y vivo en una humilde caña o pie de centeno,
en un prez de lluvia,
en una, en una gota de amor,
en ésta,
en esta sola.
***
Antonio Justel Rodríguez
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 16.06.2023.
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