Una pobre vieja
que vende lotería,
apoyada en una esquina,
así es doña María.
Cada mañana,
cuando aún los balcones están cerrados,
ella, con sus cabellos blancos,
apenas tapados por un mísero pañuelo,
camina por las calles solitarias.
Aunque el frío es intenso
a esas horas tempranas,
ella sigue sonriendo,
como si no temiera a nada.
En sus temblorosas manos
sostiene los boletos,
y en su cara arrugada,
aún brilla la esperanza.
En un barrio que nadie conoce,
donde no todo es alegría,
hace muchos años que vive,
la vieja doña María...
Alle Rechte an diesem Beitrag liegen beim Autoren. Der Beitrag wurde auf e-Stories.org vom Autor eingeschickt Lourdes Pérez Nëel.
Veröffentlicht auf e-Stories.org am 21.05.2010.
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