Joel Fortunato Reyes Pérez
PRIVILEGIADO PUSILÁNIME
PRIVILEGIADO PUSILÁNIME
El alba alba siente cada gris grácil,
al quedarse ahí y decir luego del agua,
el cristal que fragmentó la ilusa,
transparencia aparente aparte,
de lo cual cada mañana niega,
su tarde tarde y noche a noche,
siguiéndole sobria espalda al frente,
de batalla inmunda gloria infame,
que avino embriagadora falazmente.
Aquí dónde los días divinos,
acaban sepultando sangres y ternura.
En la danza crepitando al hueco,
delante del fuego anhelante hielo.
Dónde pasa la siesta el viento,
y el desaliento aroma de piedra,
al polen de sal y arena, salva salva.
Como ajos ojos y cebollas callan.
Como ahijábamos burbujas duras.
Acróbatas adamados acobrados.
Al oír río y esperar la rata atar.
Porque aboba aérea sosos seres.
Dónde armo y mora un ramo.
Esperanza e ilusión llegarán después de todo.
Ellos nunca faltan, ellos siempre siembran…
Cielos en las tumbas mares y desiertos.
Como el infinito cabe en una gota.
Como velas al barco deslumbran.
Aquello que deseamos teniendo…
Al ceder tolerar.
Al rendirse admitiendo.
Al flaquear conservando.
Al consentir soportar.
Con endeblez vigorosa.
Con pasividad permisiva.
Con desinterés tenaz.
Con obediencia briosa.
Por ahijar del insomnio pesadillas,
ligerillas alfombrillas hechas polvo.
En la ingratitud acomodada aparatosa,
que ahoga al asombro ahorcando,
calor abstracto atado atajo…
Nunca un más es menos siempre.
Ni al rico riqueza enriquece.
Ni al pobre pobreza empobrece.
Autor: JOEL FORTUNATO REYES PÉREZ
El alba alba siente cada gris grácil,
al quedarse ahí y decir luego del agua,
el cristal que fragmentó la ilusa,
transparencia aparente aparte,
de lo cual cada mañana niega,
su tarde tarde y noche a noche,
siguiéndole sobria espalda al frente,
de batalla inmunda gloria infame,
que avino embriagadora falazmente.
Aquí dónde los días divinos,
acaban sepultando sangres y ternura.
En la danza crepitando al hueco,
delante del fuego anhelante hielo.
Dónde pasa la siesta el viento,
y el desaliento aroma de piedra,
al polen de sal y arena, salva salva.
Como ajos ojos y cebollas callan.
Como ahijábamos burbujas duras.
Acróbatas adamados acobrados.
Al oír río y esperar la rata atar.
Porque aboba aérea sosos seres.
Dónde armo y mora un ramo.
Esperanza e ilusión llegarán después de todo.
Ellos nunca faltan, ellos siempre siembran…
Cielos en las tumbas mares y desiertos.
Como el infinito cabe en una gota.
Como velas al barco deslumbran.
Aquello que deseamos teniendo…
Al ceder tolerar.
Al rendirse admitiendo.
Al flaquear conservando.
Al consentir soportar.
Con endeblez vigorosa.
Con pasividad permisiva.
Con desinterés tenaz.
Con obediencia briosa.
Por ahijar del insomnio pesadillas,
ligerillas alfombrillas hechas polvo.
En la ingratitud acomodada aparatosa,
que ahoga al asombro ahorcando,
calor abstracto atado atajo…
Nunca un más es menos siempre.
Ni al rico riqueza enriquece.
Ni al pobre pobreza empobrece.
Autor: JOEL FORTUNATO REYES PÉREZ
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 24.10.2016.
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