Alexandre Agustí Matas

Kitty mi furgoneta

Me encuentro conduciendo un vehículo vetusto, rojo y oxidado por el barro de caminos escondidos y traviesos. ¿Saben? es de aquellas furgonetas donde uno transportaría gallinas y cerdos, pero transporta personas. Mi pick-up es un ser querido para mi y no dudo en quererla como a un amante, celosa de ser mentida por la verdad de una esposa. Mis manos tiemblan a cada piedra que ahogo en el suelo asqueroso de esta tierra mientras voy conduciendo y aunque sufra, no hay remedio, hay que seguir.

Una vez más retuerzo com mis manos arrugadas y grandes el volante grande y hergonómico como si fuera un paño mojado intentandole sacar el agua. Me siento sucio y me gustaría olvidar mi nombre y me seria facil hacerlo, sinceramente. ahora mismo podría frenar mi “kitty” roja, abrir la puta puerta, danzar tres pasos como el chinito protagonista de “el último bailarín de mao” hasta arrimarme al borde del peñasco y aspirar el aire todavía gratis y emular la locura de volar, pero como he dicho quiero continuar.

Estoy empujado por una fuerza a la cual no encuentro explicación. En cada instante de tiempo montones de fotogramas me apalean haciendome saltar lágrimas. Hubiera querido ser el director de la secuencia, pero desafortunadamente es como si solamente fuera un vulgar y miserable actor de reparto: un matón.

No tengo consciencia de si es de dia o de noche, pero la humedad del agua ambiental me encrespa el cabello gris y grasiento como si fuera una fregona gastada. No me he lavado hace dias y el jabón es para mi una ironía, pero si queréis que os diga la verdad me da igual.

Tengo el objetivo claro, me faltan diez minutos de camino y todo se habrá terminado. Intento respirar al ritmo de mi corazón pero pierdo la concentración en el intento y sucumbo a un aparente descontrol. Ante eso decido fumarme un cigarrillo y lo enciendo con un zippo de gasolina protagonizando un escena muy sensual y fotográficamente perfecta, como si lo tubiera todo exactamente calculado. Estoy llegando al destino: la cima, tal como había soñado en mis sueños. Siendo así, acelero gas a fondo, aspiro fuertemente ei cigarrillo tembloroso y a camara lenta cierro los ojos y pienso em mi mujer degollada y mi hijo ahogado que llevo en la parte trasera de mi mejor “amante”, pensando que falta poco para reunirme con ellos y que el precipicio és el requiem de un final perfecto.

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 03.01.2012.

 
 

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