… conscientemente, con cada pensamiento y emoción, esta mujer construía el mundo;
tras crearlo con rosas y lirios, sus frutos divinos, guardaba la palabra de oro
en la garganta, allí la escondía, en su templo;
de ahí su casa interior, la ardua cosmogonía con que implantó
su primera libertad, su ley.
… Evelina Núñez tosía, barría y enceraba escaleras,
y, cuando miraba hacia dentro, sabía cuando ardía un rayo de sol
sobre una mota de polvo o el mar;
su primer nacimiento databa de los tiempos en que advino el rocío,
por eso conocía el fuego vivo, el agua viva y demás enseres
con que hierve el espíritu;
… Evelina Núñez recordaba sus nombres, sus rostros y fechas de sus muertes,
pero también sabía de una deuda de amor que en una y otra vida
le arreciaba y abrasaba el alma;
de ahí su austeridad frente al dolor, o la humilde luz que usaba
cuando entraba en su ser, y, en sublime paz, su ser se encendía.
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 06.01.2011.
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