Agustin Fonseca

Terror de invierno.


Año 1888, Tokio está sumergida en una intensa nieve, el frío se sumerge en nuestras rutinas cotidianas como un familiar más, y no solo el frío, sino se interpuso en nuestras vidas el terror sembrado hace unos meses.
 
 Mi amigo Shinji había ido a visitarme a mi casa del barrio de Ginza, allí estábamos los dos, hablando frente al fuego, cuando entró desesperado el inspector Honda.
 
-¿Lo han visto?-el inspector estaba demasiado tenso y nervioso.
 
-El asesinato de Sakura Square, sí lo se-dijo Shinji-. Es raro que no lo hayas visto detective.
 
-No he leído el periódico hasta ahora, sería mejor ir hasta la escena del crimen.
 
A los diez minutos estábamos en camino hacia la plaza Sakura, uno de los barrios más pobres de Tokio.
 
-¿Cuándo encontraron el cadáver?-pregunté.
 
-Hoy por la madrugada, era un banquero llamado Atsuto Tanaka, tenemos un testigo, un tapicero inglés que dice que vio al banquero hablando con un tipo bastante sospechoso ayer por la medianoche.
 
A los veinte minutos estábamos en la escena del crimen. El cuerpo de la víctima no estaba allí, pero estaba marcado con tiza.
 
-Así se encontró el cuerpo detective Okazaki-me dijo el inspector Honda.
 
-¿Dónde está el agente de ronda?
 
-Es el agente Abe, lo encontrará en la comisaría.
 
 Dentro de la comisaría había un tipo de mediana altura, que rondaría los 25 años, era morocho y de un aspecto inteligente. Me reconoció al instante, hablé con él y luego me llevó al lugar en donde trabajaba el inglés Wolf.
 
-“Cerrado por vacaciones” ¿qué es esto?-pregunté asombrado.
 
-No lo sé señor, hace media hora estaba abierto y estaba disponible para hablar con usted.
 
-Volveré luego. Agente, usted y el inspector Honda vayan a mi casa a las diez de la noche, así podremos aclarar lo sucedido con calma.
 
 Una zona que daba escalofríos. Además, por causa del miedo, el barrio estaba vacío, y ni siquiera los perros andaban por las calles.
 
 Ya eran la diez de la noche, Shinji y yo estábamos en mi casa.
 
-Voy a fumar un cigarrillo-me dijo Shinji.
 
 Al rato aparecieron el inspector Honda y el agente Abe.
 
-Detective, una carta para usted-el joven policía me entregó un paquete y un sobre que decía así:
 
“Detective Okazaki, a mi perro le gustó mucho el riñón de su amigo Shinji, vaya tipo, era duro como una piedra, se resistió hasta el último momento. Pero no quise ser egoísta y le entrego el otro riñón para que no se quede triste.
 
Su amigo Jack, el Destripador”.
 
-¡Maldito! Mató a mi amigo, lo mató, demonio del infierno, lo mató-podía controlarme, pero estaba muy nervioso y tenso por la situación.
 
-Shinji presentaba un corte en el cuello, de lado a lado, y le faltaban los dos riñones y un pulmón, y no dejó rastros.
 
-Menudo experto ese Destripador ¿No se dieron ustedes cuenta qué este asesino usa los mismos métodos que un tal Jack, el Destripador que asesina a mujeres en Londres?
 
-Sí, además se apoda igual.
 
-Vayamos a la plaza Sakura para ver si encontramos al tapicero.
 
 A los veinte minutos estaba en Sakura.
 
Estaba examinando el negocio cuando una bella joven apareció a mi lado.
 
-¿Qué hace aquí alguien tan elegante como usted?-preguntó la joven.
 
-¿No se a enterado de los crímenes?
 
-Pues claro, aparecen en todos los periódicos.
 
-Me presento, soy el detective Takashi Okazaki, un gusto.
 
-Keiko Sasaki, un placer conocerlo detective.
 
 La bella mujer se dio media vuelta y se fue, pero en el suelo había una tarjeta escrita a mano.
 
“Shinjuku 2-3-4. Keiko”
 
 Al otro día fui al lugar que señalaba la tarjeta. Era una casa estilo inglés, la puerta de madera de roble. Toqué la campanilla y me abrió la puerta aquella bella mujer.
 
-¿Querías que venga?-pregunté algo confundido.
 
-Mira, desde la primera vez que te observe me deje llevar por un impulso profundo de amor, desde ese momento sentí que te amaba, así que cuando nos encontramos ayer deje caer la tarjeta con el propósito de que la agarres y vengas hasta aquí-los ojos de la joven Keiko brillaban, con ese brillo de esperanza de encontrar una vida tranquila en medio de la tormenta.
 
-Yo no acostumbro a andar con rodeos, y por lo que se ve tú tampoco, así que te confesaré algo: yo te amo.
 
 La joven de tan solo veinte años me abrazó con fuerza, como una niña que encontraba a su padre después de mucho tiempo.
 
-¿Estarás siempre a mi lado?-me preguntó Keiko.
 
-Mira, como tengo confianza en que guardaras este secreto te contaré algo que me tienes que prometer que no contarás.
 
-No diré nada, te lo prometo, por nuestras vidas.
 
-¿Has visto que en el diario han salido unas cartas firmadas por el asesino de Sakura?
 
-Sí, el que se hacía llamar Jack, el Destripador.
 
-¿Recuerdas que yo te dije que era detective?
 
-Sí.
 
-Es verdad que soy detective, pero dentro de mí escondo algo mucho más siniestro de lo que ves. Yo soy… Jack, el Destripador, yo soy el asesino de Sakura.
 
-No, no es verdad, tú eres un oficial de ley, no mientas, no es verdad-Keiko lagrimeaba por sus verdes ojos.
 
-Lamento todo esto, yo maté a Shinji Komano, yo maté a Atsuto Tanaka… y yo maté al inspector Honda y al tapicero inglés Wolf.
 
-No, no puede ser. Tú no eres así, he leído tus libros, y no escribes con tanta maldad.
 
-Yo maté en el año 1887  a Yuichi Nakamura, yo maté a Keisuke Kawashima, yo soy el asesino de Takahashi Nishimura, el famoso empresario de Estados Unidos.
 
-No puede ser ¿por qué?-Keiko estaba llorando desconsoladamente, en mis brazos-¿por qué lo has hecho?
 
-Hubo un tiempo muy oscuro en mi vida, que no vale la pena contar.
 
 El llanto y el silencio mío rondaron el ambiente inglés de la casa. Fue una fuerte flecha en el corazón para los dos, además algo que todavía no voy a dar a conocer va a suceder.
 
   Keiko había ido a mi casa por unos meses, en ese momento caía el mes de Diciembre y empezaba enero, los periódicos ya no daban noticias del famoso Jack, el Destripador de Londres, pero hacía historias sobre mí, sobre el asesino que soy. Aquí mostraré una sobre las cosas que dicen los periodistas:
 
“Un demonio acecha las calles de Tokio, sumergiendo la ciudad en un profundo terror. Según las cartas (que han sido catalogadas como “auténticas” por la policía) Jack, el Destripador puso en peligro a todo el cuerpo de policía de Tokio, y en especial a los de la comisaría de Sakura, cuyo inspector, Daisuke Honda, desapareció hace un día, cuando fue visto por última vez con el agente de policía Kengo Abe y el detective Takashi Okazaki.
 
El maníaco demonio mató al banquero Atsuto Tanaka, pero algo que se esconde tras las siniestras sombras de Tokio todavía no se ha descubierto.”
 
Pero de repente me desperté en mi cama, en una soleada mañana, todo había sido un sueño, el asesino había desaparecido. Pero ¿conocía a Keiko?
 
Ni bien me desperté, me cambié para la ocasión y salí en busca de la casa de la supuesta Keiko. Paso una hora cuando encontré la dirección que había visto en mi sueño. Toque la campanilla y me atendió una preciosa joven.
 
-¿Tú eres Keiko Sasaki?-pregunté.
 
-Takashi, eres tú ¿qué haces aquí?
 
-Tuve un sueño horrible. En mi pesadilla estaba contigo y te confesaba que yo era el asesino de Sakura.
 
-No, por todos los santos, Takashi, tú no lo eres. Eres una persona de bien, un oficial de ley.
 
-Hay que irnos, presiento que algo feo va a ocurrir, el asesino me esta persiguiendo, me quiere matar.
 
-¿Quieres que vaya contigo a tu casa por unos días?
 
-No, quiero que te quedes por siempre Keiko, a mi lado.
 
Caía el mes de Diciembre, la investigación se había cerrado, el asesino no había aparecido nunca más.
 
Estaba con Keiko, sentados frente al fuego, cuando el inspector Honda vino a traerme una carta:
 
“Señor Okazaki, le recomiendo que abandone la investigación, porque sino algo le puede ocurrir a su Keiko.
 
P.D.: Me hizo reír mucho la cara de traumado que puso usted cuando leyó mi carta.
 
                                                          Su amigo Jackie.”
 
 Quede algo sorprendido por la carta del asesino, sabía que tenía miedo, porque sino no se encuentra explicación, pero cuando recordé lo del riñón me di cuenta que lo decía en serio, que no bromeaba, pero algo veía en este asesino que precisaba mi necesidad, y estaba dispuesto a ayudarlo.
 
Keiko me miraba asombrada, como quien tiene a un asesino enfrente de él matando a una persona.
 
-¿Dónde encontró esto inspector?-pregunté encendiendo un cigarrillo y también lo hacía Honda.
 
-Estaba en la puerta de su casa.
 
 El arma de Honda brillaba a la luz del faro de mi casa.
 
-Inspector, siento que hoy va a suceder algo, Keiko tienes que venir conmigo, todos aquí estamos en peligro-me estaba poniendo el sombrero y estaba agarrando mis cuchillos y armas.
 
 A los diez minutos estábamos en Sakura, en donde apareció muerta la primera victima, un horrible escalofrío me recorrió todo el cuerpo, la oscuridad se hacia cada paso más grande y temerosa, el ambiente de un pronto asesinato no estaba de más.
 
-Inspector, quiero que vaya al negocio de Wolf, si no esta entre a la fuerza, quiero que investigue a fondo el lugar, y quiero resultados-dije totalmente decidido.
 
 Había pasado media hora, Honda no aparecía. Me dirigí al negocio de Wolf, estaba totalmente oscuro, el cartel de “cerrado” se hacía presente en la puerta del edificio. Entré luego de ver que la puerta fue forzada y estaba a disposición de cualquiera que quiera entrar, pasé a una habitación y allí… allí encontré… encontré el cadáver del inspector Honda… destripado, con el corte de lado a lado, fue horrendo, Keiko se me echó a mis brazos sumergida en un profundo llanto, fue algo que me impresiono, algo que no se puede explicar mediante un escrito. No fue la muerte de un genial inspector, fue la muerte de un amigo, sin duda el asesino estaba ensañado con mis allegados.
 
Cuando encontré el cadáver de Honda lo primero que pensé fue ir a la casa de Wolf, y lo hice, y cuando entré encontré al tapicero inglés en un charco de sangre, destripado, con los pulmones y los riñones en su alrededor.
 
-Hay que irnos Keiko, vamos, rápido, el asesino todavía esta aquí, vamos-salimos los dos corriendo a toda velocidad, pudimos llegar a una importante avenida de Sakura y allí tomar un coche a mi casa.
 
-¿Estará involucrada la mafia?-me preguntó Keiko, muy sensible por lo visto esta noche.
 
-Este es un asesino muy astuto, y sin duda que este Wolf sabía algo que lo podría llevar al asesino a la cárcel o quizá a la muerte.
 
-Pero ¿por qué mató al inspector?
 
-Es obvio, el asesino vio que yo mande a Honda al negocio de Wolf. Al entrar este al local, el asesino lo mato, suponiendo que algo de gran valor iba a encontrar allí.
 
Un silencio interrumpió la charla.
 
-Keiko, dime que me seguirás queriendo, aquí y en el futuro.
 
-¿Qué ha pasado?
 
-En esta casa, en este mismo momento, se encuentra Jack el Destripador.
 
-No entiendo.
 
-Keiko, yo soy Jack el Destripador, yo mate a Honda, a Wolf, al banquero Tanaka y a Shinji, yo soy el asesino de Sakura.
 
-No, no puede ser…no eres así-Keiko se sumió en un profundo llanto.
 
-Perdóname Keiko, te lo ruego, perdóname.
 
-Pero ¿por qué? ¿Porque los mataste? ¿Qué necesidad tenías de matarlos?
 
-Aquí te lo explica todo-le entregue a Keiko una pila de papeles, eran mis teorías y cómo actuaría en los crímenes-. Si tú crees necesario, dáselos a la policía o a la prensa, pero sino… quiero que recuerdes esto como tus más oscuros recuerdos, y si alguna vez te acuerdas de mi, hazlo como es debido, como el asesino de Sakura. Adiós Keiko, hasta siempre, en mi corazón.
 
 KIOTO, JAPÓN, 24 DE Diciembre DEL AÑO 1888.                   Takashi Okazaki: “Jack el DESTRIPADOR” (1845-1925).
 
 
 
 
 
 
 
   
 

 

 
          
 
  
 
 
 

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 27.10.2010.

 
 

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