Sarah Pinon

El destino de Eldalïe.



 
El destino de Eldalïe Din´ey.
 

 
Sentado sobre la hierba fresca en plena noche de otoño, se puede notar una densa humedad en el aire del Valle de Maldobar. Eldalïe observa las estrellas, las que nunca iluminaron el cielo de piedra de las cuevas de la Antípoda Oscura, su lugar de origen, donde siempre era de noche.
 
Mientras reflexiona sobre su trayectoria, le asaltan los recuerdos de su pasaje por los sombríos callejones de Menzoberranzan, ciudad Drow, donde cada ser se mueve por ambición y afán de conquistas. La piedad y la compasión no pueden ocupar aquellas mentes mortíferas. Lo único que importa, es la posición social y proporcionarle placer a su temida Deidad; Lloth, la reina araña.
 

 
Absorbido en sus recuerdos, su silueta sobre la hierba dejaba ver una larga melena blanca, ondulando con el suave viento. Su rostro, de rasgos marcados y envejecido, de piel negra como el ónice, refleja una sonrisa afilada de satisfacción. En poco tiempo ha conseguido ser el nuevo Maestro de Armas de la casa Din´ey, tras la misteriosa desaparición del anterior.
 
Lo habitual en estos seres, sería que Eldalïe le hubiera matado, así es como funcionan las cosas en su sociedad, cuando uno quiere ascender, se hace su sitio matando al que ocupa aquel lugar que ansia obtener. Siempre bajo la mirada constante de la Reina araña, satisfecha por los actos traicioneros que cometen sus peones en la oscuridad de su reino.
 
Pero él no lo ha matado, aunque sí, agradece en lo mas profundo de su ser al responsable del posible asesinato. Gracias a ello, ha podido “competir” para acceder al cargo del ejército de su casa, siendo ahora, Eldalïe Din´ey, el Maestro de Armas.
 
Unos pocos años antes, estudió en Melee-Maghtere, pues ese era su destino. En Sorcere ya se había graduado su hermano Aklay, ocupando el único puesto de gran archimago de la casa.
 
Tras graduarse, Eldalïe entró a ocupar lugar en el ejército, junto al maestro de armas desaparecido hoy en día.
 
La matrona Saria sabía que Eldalïe sería un buen sucesor de su Maestro. Tras la "desaparición" del mejor espadachín de su casa, la suma sacerdotisa organizó la selección del nuevo Maestro de Armas; lo que podríamos llamar...el ascenso de Eldalïe, de no haber sido así, lo llamaríamos...el asesinato de Eldalïe.
 

 
-Lucharás contra un oponente temible escogido por mí, no dudes de mi sabia elección, no me gusta poner las cosas fáciles...que aburrido sería entonces. ¿No crees? -soltó una carcajada que le pondría la piel de gallina a cualquier ser vivo.
 
-¡Le derrotarás! -su voz resonó en toda la sala de audiencias de la suma sacerdotisa.
 
-De no ser así...morirás en combate. -sentada en su trono de piedra, anhelando el combate decisivo, el rojo de sus ojos brilló con más fuerza.
 

 
Eldalïe respiró hondo y en su rostro eliminó toda emoción existente, dejando ver a los presentes el Eldalïe que nunca quiso ser...un Drow sediento de poder.
 

 
La lucha a muerte tuvo lugar en esa misma capilla, dónde le obligaron a escoger su destino. ¡Morir o sobrevivir!
 
Mientras recuerda el combate con toda la precisión de los movimientos, habilidad que desarrolló al estudiar a sus oponentes en la academia en cada lucha de los entrenamientos, se toca una larga cicatriz que le rodea la parte derecha del cuello, -Faltó poco. -piensa.
 
Tras clavar su estoque hasta la empuñadura, atravesando el delgado abdomen del que fue su oponente, arrebatando su ultimo aliento efectuando un giro de hoja de 180º, sacó la hoja lentamente del moribundo cuerpo de su adversario, que cayó al suelo dejando esparcirse sus vísceras en el frío suelo de la capilla. Espectáculo maravilloso para la Matrona, que observaba, retorciéndose en su trono, relamiéndose y mordiéndose los labios casi eufórica.
 
Después de casi una hora de lucha, Eldalïe, quedó al fin nombrado Maestro de armas.
 

 
Desde aquel día, los complots y planes de conquista, han sido su prioridad en el desarrollo de las tácticas de ataques. Pasaron meses...años...
 
Y hoy, sentado en el Valle está en plena misión, la más importante que nunca había recibido hasta ahora; salir a la superficie y reunirse con sus hermanas sacerdotisas que ya llevaban muchos meses en el mundo exterior, con el fin de retomar lo que antaño les fue arrebatado por los Elfos y los humanos. ¡Su expansión en la superficie!
 

 
Delebriel, Asesina de la familia, era la fuente de información en la superficie.
 
De figura delgada, estatura baja, se movía tal una sombra lo haría, solo se podía ver en la oscuridad su mirada sangrienta. Astuta, ambiciosa y mortífera, mataba por sobrevivir...o eso decía cada vez que sus hermanas la encontraban junto a los cadáveres de sus víctimas, (que atraía muchas veces enseñando su cuerpo desnudo, bajo su larga capa insinuándose, con actitud promiscua. Sabia que nunca fallaba con los humanos, tan fácil de corromper) con su rostro y la ropa manchada de la sangre. ¡No paraban de decírselo! Esos asesinatos podrían crear un rastro innecesario hasta ellas! pero...¿acaso no mataba por placer? arrebatarle la vida a estos sucios elfos y humanos entre otros...¿no era lo que mas ansiaban en lo más profundo de sus oscuras almas? Un sucio rastro no era problema...Llegó el momento de cortarlos en pedacitos...cualquiera creería que fueron atacados por las criaturas de los alrededores. De vez en cuando le gustaba darle el último toque al cadáver mutilado, cogiendo la cabeza entre sus manos, le propinaba una fuerte patada dejándola caer en paradero desconocido...
 
Eldalïe tuvo un encuentro con ella a la salida de la Antípoda Oscura, le entregó mapas del nuevo mundo al que se enfrentaba, una capa para sobrevivir a las noches frías y víveres.
 
Le informó del lugar dónde se encontraban Ameniel, gran sacerdotisa y Nania, hechicera. Le entregarán armaduras y armas con dotes mágicas desarrolladas en la superficie, pues la magia Drow que envolvía las armas de su tierra, desaparecía rápidamente al igual que su habilidad para levitar en el mundo de la superficie.
 
Pero lo más importante que le entregó, fue sobre todo, el próximo punto de encuentro! Se estremecía casi tanto al pensar en ella, como cuando lo hacia con la Matrona .
 
Su próximo destino era con la primera Gran Sacerdotisa de la suma Sacerdotisa Saria Din´ey...¡¡Amithiel!!
 
Es la mas manipuladora de todas, la mas traicionera de todas y sobre todo la mas cercana a la Matrona, solo había que ver como le hacia tomar las decisiones a Saria, haciéndole creer que la idea había sido suya.
 
Todos sabían que ella sería capaz de hacerlo...y lo hará, sólo es cuestión de tiempo y de táctica, para ver el día en el que Amithiel estará sentada en el trono de la Matrona...usando quizás el cadáver de esta de posa pies o de alfombra, ella misma la despellejaría...como le gustaría pisotearla, escupir sobre su cadáver, dejar su cuerpo putrefacto empalado, para que todas viesen de lo que era capaz, arrancarle los ojos y pincharlos en agujas...quizás se los quede de recuerdo, en el fondo es una sentimental...
 

 
A Eldalïe le esperaba un largo viaje antes de encontrarse con Amithiel, viajaba de noche y descansaba de día en cuevas de las montañas, siempre presentes en su viaje.
 
Ahora, tomando un descanso, su mente fluía entre recuerdos y planes futuros. Planes decisivos que determinarán, lo que años atrás le dio a escoger la matrona; su destino... ¡Morir o sobrevivir!
 

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 12.08.2009.

 
 

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