Maria Teresa Aláez García

Y camino 5

Y CAMINO. 5.
 Y mira que intento escribir cosas agradables.
 
 Y están guardadas.  Pero no puedo.
 
 Vivir entre tanta mentira. Entre las mentiras que siento,  las que me llegan las que me rodean.
 
 ¿Para qué mentir yo también a los demás? Aunque yo sienta lo que escribo… ¿para qué si no se puede dar o recibir? ¿Para seguir dando placebos? ¿Para entrar en la conspiración del engaño?  ¿Para qué hablar de un cielo azul, de un árbol seco a contraluz en un inmenso campo castellano, de los olivos jienenses, de los robles y abedules? ¿Para qué rememorar el olor  a pan recién hecho en el horno que estaba cerca de la casa de mi tía, en Galicia, pan con el que acompañábamos un buen queso de tetilla con gran deleite? ¿Para qué compartir el día que vimos en un desfiladero de los montes cartageneros un nido de águilas y pudimos probar el eco, ver cómo salían volando, sentimos la grandeza del mismo desfiladero, la caída de metros hacia abajo, el cielo abierto sobre los sembrados del campo de Cartagena, los distintos colores de las tierras? ¿Para qué hablar de ello si todo es o será mentira? Si igual por acudir al mismo lugar ahora se cobrará y todo. Por descubrir placas calizas, por encontrar cuevas entre los arbustos, por una mañana o un día entero de alpinismo o de disfrutar con los amigos del campo.  Todo será mentira. Todo es mentira porque seguramente esos amigos pretenderán sacar algo de ti: tiempo, dinero, expectativas. Porque seguramente el dueño del terreno cobrará por el paseo que nos demos por encima. Por que una inundación acabará con los bonitos colores de la tierra o la misma especulación, cuando se comiencen a construir urbanizaciones. Porque se hará un dibujo del lugar y alguien dirá que está mal hecho. A saber por qué. Seguro que detrás hay una mentira. Hay un mirar a ver qué haces o cómo eres para sacar algo de ti y si no mereces la pena, dejarte catalogado como un miembro de la más borrega burguesía y darte un hola o un adiós de regalo cuando te vean para hacerte sentir importante y mantenerte  ahí para una futura manipulación mientras eligen otros miembros borregos para forjar otras mentiras. Lo malo es saberlo, saberlo y que te traten de idiota.
 
 Igual que los listillos que meten programas en los ordenadores para leer lo que los demás escriben y luego usarlo en su contra. Manipulación, mentira…
 
 Y aunque los artistas en un principio realicen sus obras basados en la inspiración, siempre llevan detrás la mentira. Desean vender, desean ser un nombre, desean la fama. Quién ha deseado simplemente, mostrar la sociedad de su tiempo, dar a conocer los fallos que comete la humanidad para que los solucione – cosa que no hará nunca – o dar gratuitamente algo bello para que los humanos evolucionen a algo mejor. Siempre habrá quien lo use en beneficio propio para conseguir algo de sus semejantes. Que las nubes rosas de algodón no existen, que lo que existe es la mierda miserable con alguna que otra piedra candente encima y aparentemente salvadora que nos engaña porque necesitamos salir de la situación en la que nos encontramos y nos agarramos a un clavo ardiendo.
 
 Y si bien es cierto que hay mentiras que merece la pena que sean vividas, también es cierto que el despertar de las mismas es amargo, muy amargo. Si las mentiras las creamos nosotros, las ilusionamos nosotros, encima pensando que pueden ser para nosotros y son mentiras para otros. Mentiras al fin y al cabo, pero para ser vividas por otras personas. Dan ganas de arrancarse el cerebro de la cabeza o hacerse una lobotomía. ¿Para qué narices vivir esas mentiras sin ningún sentido? ¿Para llorar luego, para sufrir, para hacer bueno el “ande yo caliente” Y luego pegarse el coscorrón padre. Como cuando nos emborrachamos, que pasamos el momentillo y decimos: “Esto es vida”. Sí, y la vida que nos espera con la resaca, para qué. A veces hay quien congenia en la misma mentira o en la misma ilusión y entonces se las va haciendo realidad. Ojala fuera así. Ojala pero no es así. No se habla lo suficiente, no se transmite lo suficiente, no se empatiza lo suficiente.  Quién pudiera, ¡juas!. Pero con las famosas premisas del folleteo, del poder económico, el poder judicial, el poder político y el poder por poder, todo lo trastocamos.
 
 A veces, por no decir casi siempre, siento la utilización que se hace de mí. Que me dicen que no es tal pero claro que es tal, por favor. Con lo que trabajo y se me paga, anda que no se me utiliza  y con lo impuestos que pago para que unos cuantos se lo gasten en comilonas, en viajes, en representación o en hacer el vago que ni siquiera están en el lugar de trabajo, que andan por los pasillos, todo a escondidas, haciendo el daño a ocultas como suele suceder en esta nuestra tierra.
 
 El cerebro es dañino. Las hormonas son más dañinas que el cerebro, que las bacterias y que los virus. Las hormonas parecen cerebritos pequeños caminando por nuestro cuerpo. Ellas nos dirigen, nos llevan, nos traen, hacen lo que quieren con nosotros. El cuerpo necesita cosas que las hormonas detectan y nos hacen sentir esperanza, amor, dolor, caridad, etc... Pero sólo son señales de avisos que el cuerpo manda para detectar cualquier carencia. Las emociones son señales del cuerpo como el dolor de muelas, más o menos.  Quizás, si necesitamos folleteo, la señal sea enamorarnos y eso pero no porque necesitemos casarnos y tener hijos sino porque hace falta comer con coito y como no le damos comida, entonces se ponen en marcha las hormonas y nos enamoramos.  O necesitamos, no sé, la positivación de la energía corporal que la tenemos sucia unas veces  y otras demasiado limpia y eso sólo se hace mediante el tacto, mediante los besos y abrazos y demás transmisiones de distintos gérmenes y diversas sustancias nocivas.  Igual sería mejor que todos tuviéramos en casa algún cambiador de partículas o algo similar aunque claro, el tacto corporal, eso no tiene precio, no se paga con nada.
 
 El parto tampoco se paga con nada. Sobre todo los partos difíciles y con dificultades. Eso no tiene precio. Ni los cólicos ni nada eso. Todo pertenece al mismo conjunto de emociones. Unas hacen daño de una manera y otras lo hacen de otro modo.
 
 En cuanto a las hormonas, yo ya no sé qué hacer con ellas ni por ellas. Me meten en cada problema de miedo. Salen a pasear cuanto más agotada estoy o cuando más calor hace.  Intento controlarme, pero mis pensamientos cambian de línea. Aunque parezca impulsiva, no, no lo soy. De hecho mucha gente me dice que ordeno muy bien mis ideas incluso cuando a mí me da la impresión de que lo coloco todo de manera desbocada, sin orden ni concierto. Pero sí es verdad que la gente que me conoce bien me dice que siempre tengo un motivo para hacer algo aunque sea algo que aparentemente es totalmente anormal. Lo que hace esa gente, que no hace el resto, la gente que se dedica a criticarme gratuitamente, a ponerme de loca para arriba, a decir que estoy desquiciada o a elevar falsos juicios y argumentaciones sin siquiera conocerme, bien, lo que hace, es venir – son valientes – es venir  y preguntarme directamente, porque directamente lo voy a responder: “¿qué ha ocurrido?” O lo más importante: “Por qué”.  Todavía no se los ha comido nadie y caminan por la calle con sus familias. Algunos y algunas son hasta bisabuelos.  Y simplemente, hacen lo lógico. Preguntan: “por qué”. Y claro, se les responde el por qué y se les da la argumentación lógica, verdadera y válida consiguiente. Eso lo hacen con todo el mundo y les va muy bien. Yo intento hacerlo con todo el mundo pero sea porque digo la verdad abiertamente, sea porque no tengo miedo, sí hay miedo y se me miente. ¿Miedo? ¿A qué? ¿A que saque los leones y los lance? Hoy mi marido me ha regañado y ha dicho “Es que el niño te toma el pelo” y el niño, ni corto ni perezoso, ha respondido “Siempre”. A ambos les ha salido del alma y del corazón. Aún están vivos y roncan como posesos en sus camas.
 
 Bien, sigo con la cuestión de las hormonas y los problemas en los que me meten. Como tengo el maldito fallo de la empatía y la asertividad muy desarrollada – es un gran fallo, a la par que ser sensible, honesta y franca, es lo peor que se puede ser en este mundo, en serio, porque aparte de que la gente no se lo cree y piensan que se miente, atacan por todos lados y tienen miedo y no sirve de nada – pues me pongo a disposición de los demás e intento hacer cosas para que su vida sea más agradable. Hasta hace bien poco no me había parado a pensar que esa gente igual no quiere que su vida sea así de agradable y viven bien con sus mentiras, engaños y traumas. Eso de ser una hermana de la Caridad no se lleva – a mí me enseñaron bien, estudié con ellas – y la gente vive encasillada en sí. Menos mal que se me ocurre escuchar y leer lo que dicen los demás pero no como el que lee una revista, sino con atención. Cuando veo que una persona de buen corazón envía un mensaje positivo y se le critica – no los enviéis a todos vuestros buzones, sólo a quien os envíe los mismos mensajes positivos – y se la mente en spam. O la gente que no quiere leer. Bueno, se comete el grave error, gravísimo – que lo es  - de meterse en la vida ajena sin ser llamados a ello y eso me ha ocurrido infinidad de veces. No, no ha de hacerse eso. Ni siquiera cuando lo pidan. Se ha de estar a la expectativa – como el cara de serpiente que observa acariciando al gatito o al ratoncito  y muestra el rostro de póker al público – y preguntar: ¿qué hago concretamente?. De lo que se haya de hacer, lo justito y ya basta, nada más, si no es una invasión atroz de sus vidas. Después, aunque se les vea sufrir, llorar, penar, lo mejor es no meterse para nada. Se deja caer algún mensaje o llamada pero de lejos por si la captan y no meterse. Todo el mundo puede reconocer la mentira, hay quien sufre más con los placebos y no los quiere y prefieren la materia en grano, lo que se pueda tocar y medir. Yo me disculpo ya con la gente con la cual me he metido sin que me lo hayan pedido. Cuánto lo siento haberles ayudado, haberme preocupado, haberles sorprendido con algo agradable. Yo me veo hasta patética en la situación. Cuando lo pienso siento más asco de mí misma. Me veo tal y como soy haciendo lo que fuera que hice y vamos, es risible y todo. No me extraña que cause risa. Siempre hay gente que se sorprende y no se ríe precisamente pero suelen ser los afectados que quedan agradecidos y aprenden algún tipo de lección que ignoro. Los del entorno que no quedan afectados ni reciben nada son los que se suelen reír. En ocasiones pienso en la envidia, la famosa envidia, la mal llevada envidia que provoca este tipo de cosas. La envidia. Si a mí hacer el bien o ayudar me vuelve patética y risible como un payaso haciendo reír  su público, no quiero decir nada los envidiosos y amargados. Tales como los malvados ridiculizados igualmente en las series de la tele, en las novelas de teatro, en tantos lugares.
 
 En fin, de todos modos… ¿para qué complicarse la vida con tanto embuste y tanta mentira?
 
 A ver si acabo este tocho sobre el embuste y la mentira, verdaderas realidades de la vida, para pasar a poner, para esa gente que quiere hacer de la vida algo bonito aunque sea efímera, y quiero hacerlo real y sentido. Que haberla, hayla.
 
 Mientras lucharé contra ese ser que me acosa en sueños y en vigilia. Esa persona que es borde, embustera, porque no sabe ser de otra manera, dañina porque no sabe cómo enfocar sus carencias y sus problemas y se oculta y miente y piensa que los demás son dañinos como él y siempre cree que ha de ir a la defensiva.  Y piensa que tratando con prepotencia, saña, bordería, gamberrismo y con malas artes a su prójimo lo hace más pequeño, lo ridiculiza y lo desvaloriza. Al contrario. Al contrario: es ella quien queda a la altura de su zapato por su comportamiento, como si fuera un mr. Hyde, que puede dañar o matar el espíritu de la gente débil pero al final su mismo hacedor ha de aniquilarlo, su misma conciencia puede con él porque la misma maldad lo absorbe. Y claro, llega un momento que sus iguales lo rechazan también, no es por otra cosa. Luego, cuando va a pedir ayuda se la presta, precisamente, la gente a la que ha hecho más daño… y eso… duele.
 

 

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 20.06.2008.

 
 

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