… de inefables edades y dimensiones veníamos, de la instrucción y siembra de amor,
de instituir oro puro y vivo,
de allí veníamos;
el guardián de distancias, el curador de heridas y el constructor de sonidos, nos precedían;
cruzar galaxias, planetas y quásares, o bien materia oscura,
consiste en horadar y entibar espíritu, prender sus rocas íntimas e informar con luz al mundo;
éramos, pues, una legión de fuego y nuestros tambores, junto al agua que vive,
resonaban y fulgían por nuestro corazón ardiendo;
… al llegar a Vecilla de la Polvorosa, a su magna Plaza Universal,
- aún, y a esa hora -
el ojo de la tarde era una cuántica y bellísima flor de almendro brillando entre la nieve;
nos despedimos, y, tras verlos partir, en mi casa de piedra, paja y barro, sobre el laúd del alma, sollocé:
tardaríamos muchos, muchos eones en volver a vernos e instruir de nuevo con semillas de oro,
y ello, justo, cuando aquí, Piscis, pasaba y pasa ofreciendo solamente dolor, dolor y sufrimiento;
… mientras, los Heraldos de Acuario me han abierto sus puertas:
estamos construyendo la inmortal luz del alma y la excelsa emoción del jardín de la rosa.
***
Antonio Justel Rodriguez
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 07.01.2023.
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