Raquel Sanchez
El agua de la fuente
¡Ay, la bella María! Ella que era tan bailonga, que tenía tanto arte. Se paseaba por la plaza, ignorando el sol que picaba sin tregua, y meneando con garbo y alegría el bajo de su traje de flamenca. Tanto que se le iban a soltar los lunares del fondo rojo, y que los volantes de la enagua parecían espuma del mar, acorde con su salero al cantar.
¡Ay, el tímido Paco! La vergüenza le podía, y aprovechaba el sombrero para esconder su mirada, la mirada que buscaba María… La mirada que ahora le devolvía su propia imagen, ya cana y bien arrugada, reflejada en el agua de la fuente de esa misma plaza que cada tarde recorría en busca del recuerdo de su amada.
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 02.06.2021.