Ahí estuvimos, la tarde ordinaria
de un día que no debía serlo
contemplando un regalo más
por mirar, sólo mirar el inmenso cielo
era un arcoiris, como en años
no se había visto en esta ciudad
donde casi todo es gris
(hasta la lluvia)
un portentoso semicírculo
tejido con maestría entre rocío y luz
¡qué afortunados! ¡qué regocijo!
por sólo mirar el inmenso cielo
ella se satisfizo más rápido
quería continuar con la rutina
pero suavemente la invité
a agotar la geometría y los vivos colores
suavemente, con voz cálida
sin dejar de observarlo, le pedí que se quedara
que compartiera ese momento
de asombro y embeleso
necesitaba registrarlo
sentir su presencia dentro de mí
para que volviera a brillar
cuando ella quisiera recordarlo
no fue una anécdota
fue un prodigio que quizá no atestigüemos otra vez
una sonrisa gentil, por sólo mirar
humildemente el cielo
así estuvimos no sé cuánto tiempo
me habría avergonzado contar los minutos
que se fundieron entre el púrpura y el turquesa
el oro y el carmesí
del efímero arco
al que sólo le faltaba
la inefable flecha
así estuvimos no sé cuánto tiempo
hasta que se desvaneció, poco a poco poco a poco
como si quien lo trazó supiera
que nos dio un sorbo de felicidad
Nota: Escrito en 2007
Alle Rechte an diesem Beitrag liegen beim Autoren. Der Beitrag wurde auf e-Stories.org vom Autor eingeschickt Sergio Navarrete Vázquez.
Veröffentlicht auf e-Stories.org am 15.04.2021.
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