En estos días, he hecho una lista mental de las cosas que odio de él:
El tono sarcástico con el que me habla cada vez que hago una pregunta o le pido un favor.
Odio que su banda favorita sea la misma que la mía. Queen. Maldito hijo de serpiente.
Su cara de suficiencia cuando me ve luchando por encontrar algo en mis maletas.
Que las chicas suspiren por él cada vez que hace alguna “maravilla” en la clase de deportes.
Que no me deje encender la maldita luz durante la noche.
Que llame papá a mi papá (Ni siquiera yo lo llamo así ¿Quién se cree?).
Ni siquiera hace el esfuerzo por que me expulsen de su cuarto y me pongan en el dormitorio extra que nadie usa.
¿Ya dije que odio verlo?
No me deja tocar a su gato.
Deja la entrada con llave a sabiendas de que aun no tengo una copia para entrar a la casa y tampoco tiene la decencia de abrirme la puerta.
Me trata como si fuera un mueble. Un mueble viejo, con polillas, listo para ser desechado.
Alle Rechte an diesem Beitrag liegen beim Autoren. Der Beitrag wurde auf e-Stories.org vom Autor eingeschickt Catherine Tobar B.
Veröffentlicht auf e-Stories.org am 18.11.2019.
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