Caballito de Mar

Había una vez un caballito de mar a quien una misión fue encomendada.

Se alistó en lo que dura un poema con apenas lo que llevaba puesto.

Nunca había recorrido una gran distancia y jamás se había enfrentado a los riesgos que supone cruzar de punta a punta el ancho mar.
Cuando el mar no fue obstáculo, todavía tenía otro reto delante de él y ese era la fuerza que lo devolvía a las aguas saladas empujando desde tierra adentro hasta el delta.

Con raspones en su delicada piel supo encontrar una corriente que lo obligaba a remontar el curso de un gran río de aguas a veces cristalinas y a veces turbias que lastimaban sus delicados ojos.

En tierras ardientes, en un medio que suponía su muerte, su máximo esfuerzo debía aún realizar. Entregado el mensaje, poco más podía hacer para emprender su camino de regreso.

Es así que, una tarde de domingo, en la hora cuando el sol ya no quiere abrasar y se contenta solamente con acariciar, la sombra de una ligera barca le indicó que ahí estaba quien el mensaje debía recibir. Con esfuerzo ascendió hasta la punta de delicados dedos que se habían sumergido en el agua para jugar con una sombra distorsionada por aguas revueltas al paso de la nave.

Fue en un instante de magia cuando la delicada trompa del pez pudo un beso entregar a quien la mañana siguiente con ese beso soñaría pensando que la distancia puede destrozar el recuerdo de un aniversario.

Lo que queda de la historia es el suave ritmo de las aguas que acompañan al minúsculo cuerpo que, sacrificado por muchas voluntades, debe entregar a su universo marino lo que ha quedado de él.
 

• Autorensteckbrief von Luis Carlos Palazuelos
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