Maria Teresa Aláez García
41 y pico express 1
La luna derramó brillantina estelar
sobre los dedos nocturnos de su pelo.
Afianzó un rizo coqueto
y en su profunda pupila,
boca oscura de la galaxia,
vibró el estallido de la última supernova.
A las cuarenta y una y pico de la madrugada
el cristal reflejaba el baile del contrabajo.
La amargura se derramaba entre los surcos
de la mesa que, estoicamente,
soportaba su fracaso.
En el vidrio la esperanza se tornasolaba
para complacer las horas ocultas del vacío de su corazón.
Y las saetas sacuden y acompasan
los pasos que, siniestramente,
sincronizan, extrañas en la noche
las apasionadas luces de gas.
Paulatinamente el whisky urbano
apagaba los tímidos reflejos
del cubito que lo suavizaba
y vibraba en la suave piel
delicada de la dama
blanca de pensamientos
y de pálpito trémulo escarlata.
La trompeta alteraba (ex profeso) expresándose
cuarenta y una maneras sublimes
de entonar el vuelo sobre la luna.
El ala del hongo sonreía
ante las cuestiones del lapso de las brujas
de un invisible tequila
y un aroma grave, masculino, sugerente, envidiable
dejó salir el hálito melancólico del bandoneón
evocando una cita en la distancia.
Las sombras ocultan la sabiduría
que la gomina se esmera en proyectar
ante las perlas negras de misteriosa forma
con agradable olor, con arcana textura.
La morena dulzura se mezcla en armonía
con la espina estelar clavada en la vía láctea.
Y juntos marcan los pasos del tango que el expreso
de las cuarenta y una y pico de la madrugada
a ritmo de saxo y hacia Buenos Aires
Alle Rechte an diesem Beitrag liegen beim Autoren. Der Beitrag wurde auf e-Stories.org vom Autor eingeschickt Maria Teresa Aláez García.
Veröffentlicht auf e-Stories.org am 18.08.2008.