Gabriel S. S.

Rustia linda

Si. Fijate que llegué. Por lo menos puedo morir diciendo que tuve un BMW. Si bien no era nuevo y tenía como 10 años era un fierrazo y me daba mucho prestigio y chapa. El tema que se te acercaban las minas por interés. Entendeme bien, no es que levantás más minas por el auto, onda que salís a la calle y las minas se suben solas. Nada que ver. Imaginate que estamos en tiempos inseguros y no es probable que una mina de bien se suba porque sí a cualquier auto lindo. Pero lo que sí es evidente es que a largo plazo, sos todo un ganador. Se acercan minas conocidas que antes no te daban ni la hora. Otras piensan que tenés más guita de la que realmente tenés. Pensar que me das vuelta y no se me cae un cobre. Soy el típico cabezita negra que cuando hizo unos mangos se compró un autazo. ¿Y qué? Soy así. Disfruto de la vida. Y a que no te imaginás. A la semana lo vendí a la mierda. Pensé, si éstas minas se acercan ahora a mi y antes ni me dirigían la mirada, lo hacen sólo por el auto y el afán materialista de progreso, y no por mi ser, por lo que soy, por lo que valgo como esencia, espíritu y alma, y todo se torna hipocresía.
Terminé de decir eso y me di cuenta que estaba algo alcoholizado y se me piantaba cualquier boludez. Sancionó mi comportamiento con una mirada severa, típica de la clase dominante, y se rió finamente para adentro, y sus ojos chispearon una sublime mezcla de placer y displacer y pude leer cómo pensaba qué negro grasa. Y yo pensé, te voy a recojer esta noche, toda la noche. A la mierda con la revolución espiritual de no caer en las viles tentaciones instintivas y mantener una prudencia digna de convertirse en ley moral universal. A la mierda con todo eso. Yo a esta rusita de la alta clase social me la voy a recojer con todo, toda la noche íntima de los amantes.

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 21.02.2007.

 
 

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