Maria Teresa Aláez García

Las 3:54 del 4-4-2006

¿Qué sentido tiene el hecho de estar pensando aquí, sentada, cosas y más cosas sin sentido?

¿Qué razón de ser el estar divagando y dando vueltas a la cabeza, escuchando música de la que no puedo disfrutar porque tengo frío, dolor, malestar, un nudo en el estómago, sueño y pocas ganas de ir a dormir y menos aún de levantarme a las 7 para acabar los deberes del niño antes de que se vaya al colegio?

Y qué sinsabor el ir buscando pisos nuevos y que no haya ninguno que sea aceptado. O el ir recibiendo noticias de pagos pendientes. O el ver cómo se va derrumbando la vida alrededor e intentar ir levantando castillos para ver cómo otros los tiran o cómo impiden que siga poniendo ladrillo sobre ladrillo sólo por envidia o por temor o por abulia o a saber por qué.

Si de algo doy gracias a las matemáticas es por haber investigado los intervalos. Infinitos. Agujeros infinitos en el tiempo, en el espacio, entre las letras, las ideas, entre los protones, los neutrones, entre cada carga de cualquier núcleo atómico, entre los entresijos de las partículas, entre cada resquicio que vayamos encontrando. Cada vez se contienen y replegan las cosas sobre sí mismas y siguen conteniendo a más cosas. A saber de qué somos contenido y a qué contenemos. A saber cuántas cosas son posibles y las cercenamos haciéndolas imposibles y cuántas son solucionables fácilmente y las dejamos aparcadas por falta de interés.

¿De qué sirve estar a estas horas escuchando música, esperando llamadas, sintiendo que todo se va al garete, sintiendo que, en realidad, lo único de lo que siento ganas es de coger la puerta y salir hacia afuera y caminar sin rumbo fijo, con mis pensamientos y mis observaciones por equipaje, sin comer, beber o descansar, sin tener cargas ni prejuicios, sin tener más obligaciones que las que yo me imponga, sin tener que pensar en si a tal persona le parece bien o mal, sin temer el hacer daño a mi hijo con mi comportamiento y sin tener espectativas sobre nada. liberarme por fin de ellas para no tener la sorpresa de que tengo cada vez más espectativas.? Si mi hijo no fuera pequeño, no tendría tantas espectativas. No cuidaría tanto las formas porque la sociedad quiere que las cuide. No cuidaría tanto lo que digo porque los demás no cuidan lo que dicen y porque me imponen - mis espectativas - el evitar hacer daño, ofender, el evitar el mal gesto, la palabra hipócrita, el mensaje diplomático, la inferioridad ajena, las máscaras de nubes, el acento de limón en el gesto, la ignorancia y la evitación porque no paso por el aro. No, no paso por el aro. No puedo pasar por el aro. Es más, me resisto a pasar por ese aro y por ese y por ese aro y no pienso hacerlo y si puedo, mi hijo tampoco caerá en ese error tan grave. Pienso poner mis propios aros y si no pasáis, tanto mejor.

Mejor pasar de poner aros a diestro y siniestro. Entorpecen el libre paso por la calle. No dejan florecer bellas sonrisas, impiden el ver el gesto de cariño, limitan un saludo entre dos personas que no se entienden. Los aros de frustración, de negatividad, de amargura, de exigencias. Las barreras policiales de hormonas.

Y harta de todo, me vengo a sentar aquí. Dejo pasar un tiempo muy útil y pienso en romper mis espectativas con el tiempo, con el espacio y con todo lo que me rodea. Y escucho mil y una vez una, dos, tres, mil canciones, hasta que me canso y me dedico a pensar y pensar, a jugar, a buscar cosas inútiles en el buscador, a intentar entender qué importancia tiene el partido del Madrid Barça, las elecciones de Miss y Mister España, el hecho de ser diez años más vieja de lo que soy o el porqué la música clásica ha de ser la más culta por excelencia y el resto de músicas ser despreciadas. Por qué se siguen tomando en cuenta las cosas según la opinión de quienes las trabajan o estudian por ser quienes son esos y esas que las trabajan y estudian en lugar de mirar el fenómeno, el modus operandi y el objeto de aplicación.

Y quiero conocer el porqué se niega que pueda entrar a un lugar y reirme y saludar sin sentir el desprecio o pueda escribir todas estas palabras aquí con libertad sin sentir que se me va a menospreciar por hacerlo y que necesito sacar un montón de tonterías que me están engordando fatalmente y que necesitan ser mantenidas cuando en realidad no son nada importantes pero quieren ser alimentadas y no quiero que sigan en mi vida. El hecho de haber despreciado un trocito de tarta porque cuando me lo trajeron, ví un conjunto de miradas fiscalizadoras que observaban a hurtadillas el cómo iba a comerme la tarta y mentí diciendo que el hígado me daba ataques. ¿Seguro que mentí? si tenía el hígado dándome coces y diciéndome que me fuera de allí. Y el estómago había cambiado su situación desde su posición por debajo del ombligo hacia mi inexistente nuez de Adan. Y mi garganta no existe. Sigue sin existir. El resto de bronquitis que guardo como un tesoro convive con la mucosa y mis bronquios en el pecho.

Me he cavado así como veinte o treinta trincheras, cien o doscientas zanjas, para impedir a algo que pase hasta algún sitio. Nunca conseguiré entender cómo la energía kundalinesca pasará desde la vagina hacia la base de la columna vertebral y, sobre todo, jamás podré controlar mis hormonas y acabar de escribir un mensaje como éste y enviarlo sin que se borre.

Y sigo buscando cosas en el emule y buscando textos en ruso y en parsi para fastidiar a los turcos que me hackean la web y mi jefa está harta y yo también y, en fin...

Que de cuando en cuando apetece o escribir un rollazo como éste y liberarse de parte de unos pensamientos que abrirán un saco y desencadenarán otro montón de psnsamientos como éste o los plantarán en una maceta para que la flor asesina se vaya comiendo los pensamientos de los seres del planeta. (Que dicen que no son muchos).

Y mientras...

Suena y suena y sueña ...
 
 

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 15.09.2006.

 
 

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