Maria Teresa Aláez García
Tengo celos de él.
Al sudor que adorna tu pensamiento.....
Tengo celos de él.
De su mirada
cuando tu piel recorre, con su cuerpo.
De su oronda esbeltez,
su fino estilo.
De su fulgor brillante,
su inocencia.
De su aparencia de no tener destino
y de que su destino seas tú,
y su infinito.
De que su efímera vida transcurra,
corta, entre tu pelo y el suelo.
Mal camino
que en su trayecto encontró.
Camino erguido,
terso como tu firme voluntad,
tierno como el aroma de tu talco,
suave como tu dulce pestañeo,
liso como tu corazón.
Y sin prejuicios.
Tengo celos de él. Me desconcierta.
No sé cuál es su turno. Ni su meta.
Pero cuando le veo descender,
altivo,
soberano que es tuyo y de su vida,
con esa seguridad,
fiel, vacilante,
con su desenvoltura
decidida,
tengo celos dé él.
Porque penetra
en las partes oscuras de tu cuerpo.
Y sondea las sombras más remotas
que hasta tú misma ignoras
por su acceso.
Tengo celos de él.
Me es imposible
tomarte en serio cuando
está delante.
Y amarte, porque me siento
traicionado
y odiarte porque le das
parte en tu lecho.
Tengo celos de él. Y con la seda
rosada que a tu nuca favorece
le impido
que difame tu camino
de rosas y que con perlas
te corteje.
Tengo celos de él
aunque me digas
que es nada, que es sólo un inconstante.
Y él suelta, irónico, sus lágrimas
que mi cólera aumentan y enfervecen.
Tengo celos de él
y este verano
lucharé ante tu cuerpo
frente a frente.
Y ganaré batallas con mi mano
enguantada en un hilo
blanco y verde.
Por que mis celos,
ni a tu sudor permiten
que profane tu cuerpo ni tu mente
Y tengo celos de él.
¡Sí, tengo celos!
Aunque tu amor sea mío
para siempre.
De su mirada
cuando tu piel recorre, con su cuerpo.
De su oronda esbeltez,
su fino estilo.
De su fulgor brillante,
su inocencia.
De su aparencia de no tener destino
y de que su destino seas tú,
y su infinito.
De que su efímera vida transcurra,
corta, entre tu pelo y el suelo.
Mal camino
que en su trayecto encontró.
Camino erguido,
terso como tu firme voluntad,
tierno como el aroma de tu talco,
suave como tu dulce pestañeo,
liso como tu corazón.
Y sin prejuicios.
Tengo celos de él. Me desconcierta.
No sé cuál es su turno. Ni su meta.
Pero cuando le veo descender,
altivo,
soberano que es tuyo y de su vida,
con esa seguridad,
fiel, vacilante,
con su desenvoltura
decidida,
tengo celos dé él.
Porque penetra
en las partes oscuras de tu cuerpo.
Y sondea las sombras más remotas
que hasta tú misma ignoras
por su acceso.
Tengo celos de él.
Me es imposible
tomarte en serio cuando
está delante.
Y amarte, porque me siento
traicionado
y odiarte porque le das
parte en tu lecho.
Tengo celos de él. Y con la seda
rosada que a tu nuca favorece
le impido
que difame tu camino
de rosas y que con perlas
te corteje.
Tengo celos de él
aunque me digas
que es nada, que es sólo un inconstante.
Y él suelta, irónico, sus lágrimas
que mi cólera aumentan y enfervecen.
Tengo celos de él
y este verano
lucharé ante tu cuerpo
frente a frente.
Y ganaré batallas con mi mano
enguantada en un hilo
blanco y verde.
Por que mis celos,
ni a tu sudor permiten
que profane tu cuerpo ni tu mente
Y tengo celos de él.
¡Sí, tengo celos!
Aunque tu amor sea mío
para siempre.
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 07.09.2006.
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