Joel Fortunato Reyes Pérez
ILUSIONISTA ESCAMADO... (((Neosurrealista visual)))
ILUSIONISTA ESCAMADO
(Neosurrealista visual)
Se
oye
se observa ya,
la cósmica creciente
en el arco iris de ala frágil
entre los cánticos dorados y en
cada ave sonora una margarita,
sí es o no es natural su sabor de flor
reciente, no lo sé. Cada espejo tiene una
vena escurridiza y fría donde gotea el olor
de los ríos desiguales. Pues en cada labio
le sonreía un sonido de piedra oscilante.
Andaba con el paso de ribera o torso
yacente, dejando caer los brazos por
entero a lo largo de sus manos,
más imprevistas. Con las rojas
indecisiones respondiendo a
las roturas, y fábulas con un
amable semblante, azul de
moluscos y delfines dulces,
por líquidas riberas lejos.
En sus manos y arcos iris,
de vidriera, verde-tierno,
con sus colgaduras finas.
Ni una sombra ni sillones
tímidos, inocentes como
lunes en domingo dulce,
y el corazón en el pecho,
risueño como danza gris,
emocionada. En el bailar
de aguas ligeras y largas
por un sueño desprendido
de almohada más nueva.
Sumando rosa vals y faro.
Era el tiempo del tiempo
Que no cabía en una tarjeta
postal, con la adolescencia inaudita, de su presencia lenta,
donde los peces venían a crear el azul de los ojos en su regazo,
y las ciruelas a madurar su verde entre las olas indeclinables,
de sus cabellos. En el vidrio de surtidores de luz que acariciaban,
los vientos claros. Si eran alados el mar y el aire. ¡Nadie lo sabía!.
Llena de fragmentos está la esperanza. Entre las intactas navegaciones,
inseguras, cambiantes, dolientes y entre nubes cercanas y oscuras.
Así como también en el más allá. Está ahora la sombra, esperando.
Inquieta, laudatoria, fatua y vanidosa… La luz, la luz, entre las olas.
(Neosurrealista visual)
Se
oye
se observa ya,
la cósmica creciente
en el arco iris de ala frágil
entre los cánticos dorados y en
cada ave sonora una margarita,
sí es o no es natural su sabor de flor
reciente, no lo sé. Cada espejo tiene una
vena escurridiza y fría donde gotea el olor
de los ríos desiguales. Pues en cada labio
le sonreía un sonido de piedra oscilante.
Andaba con el paso de ribera o torso
yacente, dejando caer los brazos por
entero a lo largo de sus manos,
más imprevistas. Con las rojas
indecisiones respondiendo a
las roturas, y fábulas con un
amable semblante, azul de
moluscos y delfines dulces,
por líquidas riberas lejos.
En sus manos y arcos iris,
de vidriera, verde-tierno,
con sus colgaduras finas.
Ni una sombra ni sillones
tímidos, inocentes como
lunes en domingo dulce,
y el corazón en el pecho,
risueño como danza gris,
emocionada. En el bailar
de aguas ligeras y largas
por un sueño desprendido
de almohada más nueva.
Sumando rosa vals y faro.
Era el tiempo del tiempo
Que no cabía en una tarjeta
postal, con la adolescencia inaudita, de su presencia lenta,
donde los peces venían a crear el azul de los ojos en su regazo,
y las ciruelas a madurar su verde entre las olas indeclinables,
de sus cabellos. En el vidrio de surtidores de luz que acariciaban,
los vientos claros. Si eran alados el mar y el aire. ¡Nadie lo sabía!.
Llena de fragmentos está la esperanza. Entre las intactas navegaciones,
inseguras, cambiantes, dolientes y entre nubes cercanas y oscuras.
Así como también en el más allá. Está ahora la sombra, esperando.
Inquieta, laudatoria, fatua y vanidosa… La luz, la luz, entre las olas.
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 23.11.2016.
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