Ricardo Torres P

Blanca Silueta

 

Había escuchado una extraña historia sobre un alma en pena que rondaba una vetusta edificación. Algo tan común y poco original, pensó, ya que no es nuevo el relacionar a lugares con gran antigüedad o tétrica arquitectura con historias tenebrosas o paranormales. En si era escéptico en la existencia de espectros o popularmente llamados fantasmas. Aquellos que por alguna inexplicable razón no pueden realizar la transición completa “al más allá” o al medio extraterrenal en donde se supone que las almas pueden encontrar el descanso eterno. Se dice que el paso del espíritu a esta instancia tras el deceso del cuerpo, se puede ver alterado por la existencia de uno o varios asuntos pendientes que aquel ya difunto pudo haber dejado durante el desarrollo de su vida, perturbando así el descanso en paz del alma, que se ve obligada a quedarse de alguna forma aferrada al mundo de los vivos, estando atrapada en una especia de “limbo”,  no perteneciendo a la vida, pero tampoco formando plenamente parte de la muerte. Sea o no la existencia real de espectros sin cuerpo físico, es menester guardar respeto por la memoria de los que ya no son parte de nosotros y por el contrario, tratar siempre de honrarla. Es por eso que de forma cultural en varios países se conmemora el día de los difuntos a través de diferentes actividades. A él le atraía todo lo relacionado con el tema de lo paranormal, sin creer, como quedó mencionado líneas atrás, completamente en fantasmas, pero en si, era una cuestión que despertaba su curiosidad, no por morbo ni nada parecido, sino más bien porque era muy lógico en todo lo que hacía o pensaba y no le gustaba que algunos temas queden fuera de su comprensión. A demás, la historia que le relataron era algo especial para él y había llamado mucho su atención. Aquel relato trataba sobre el supuesto espectro de una joven mujer que había empezado a ser visto hace poco tiempo rondando las instalaciones de un antiguo pero hermoso edificio que estaba ubicado en un sitio estratégico de la ciudad, y al considerarlo patrimonio de la misma, se decidió realizar su remodelación para convertirlo en un espacio, en donde se puedan llevar a cabo diferentes tipos de  exposiciones o convenciones. Los avistamientos habían sido realizados por cuidadores del lugar y por los trabajadores encargados de su remodelación. Describían al fantasma como la presencia de una chica que se mostraba de cierta manera lúgubre pero con un grado de llamativa belleza. Una muy rara descripción, sobre todo en que cómo se podría considerar el poder encontrar belleza en un ente inmaterial, que por el hecho mismo de no pertenecer al mundo terrenal y cuya presencia, que escapa al entendimiento de cualquier mortal, lo que principalmente puede generar es miedo en aquel que la observe, pero en este y muchos casos la descripción que hacían sobre el espíritu de aquella joven mujer era algo que lo había inquietado de sobre manera.
Hace poco tiempo atrás, él se encontraba compartiendo los mejores días de su vida junto a la mujer que llegó a amar con todo su ser. Ella se había cruzado en su camino de la forma más inesperada, espontánea e impredecible. Se había enamorado hasta de las letras de su nombre, de su ternura disfrazada de frialdad, incluso hasta de sus defectos. Le gustaba su libertad y a él le encantaba la manera como se sentía libre a su lado. A ella le encantaba el sonido de la lluvia, la luz de la luna, la interpretación de la música, la aventura de un buen libro acompañado de una dulce taza café, así como la retórica en la escritura, pero sobre todo la magia de la fotografía. Era fotógrafa profesional, siendo su mayor pasión el mostrar al mundo lo que sus ojos veían en un momento determinado, desde su perspectiva, ya sea un paisaje o un retrato. Siempre buscando esa perfecta armonía entre la luz y el tiempo, capturando momentos que generan sensaciones y recuerdos aún sin haberlos vivido. Ansiaba tanto el día en que pudiera mostrar su trabajo en su primera exposición fotográfica, la cual le habían dado la apertura para realizarla en uno de los principales salones de la ciudad. Se sentía emocionada. Su exposición se iba a llevar a cabo en uno de los antiguos edificios considerados patrimonio arquitectónico, pero por el paso inclemente del tiempo sobre sus cimientos, tenían que hacerse trabajos de remodelación en su estructura y una vez terminados, sería su exposición fotográfica uno de los eventos establecidos para la inauguración de las instalaciones del edificio restaurado junto con otros programas culturales. Él apoyaba su sueño en todo momento, incluso la ayudaba en la organización y emitiendo su opinión, pedida por ella, sobre los trabajos fotográficos que serían los más meritorios para ser expuestos en la galería. De manera lamentable y por una jugada macabra del destino, las cosas no llegarían a término como se esperaba. A pocos días de haberse empezado la restauración del edificio patrimonial, cede de la exposición fotográfica, ella sufriría un terrible y desastroso accidente de tránsito que desafortunadamente comprometería su vida, haciéndola partir en plena flor de su juventud y precozmente de este mundo. El dolor de aquella escena para todos y cada uno de quienes ella había formado parte de su existencia, era imposible de ser descrito. Maldito el tiempo, la hora con cada uno de sus minutos, segundos y milésimas. Maldito el lugar y circunstancias que la llevaron a tener una cita con la muerte, la cual no distingue edad, sexo, condición social o religión al momento de envolver en su oscuro y tenebroso manto a un individuo, un ser querido. Parecería que la muerte sólo ve el preciso instante en que está decidido o acordado llevarse entre sus siniestras manos la vida de alguien, que en este caso, tenía tantas ganas de vivir. Ella se había marchado llevándose la vida de quien la amaba también tras suyo. Él desde ese día, llevaría la terrible pena que le desgarraba el alma, de haber querido morir junto con ella o en su lugar, maldiciendo a todo aquello que pensaba podía haber contribuido el haberla alejado de su lado.  En muchas ocasiones el dolor de su partida lo consumía tanto, que él, en cambio,  era un muerto en vida, si ahora a eso de estar sin ella se le podía llamar vivir. Incontables veces pensó en arrancarse con sus propias manos o medios la existencia para poder estar con ella, en donde se sostiene que se juntan las almas por toda la eternidad. Mas comprendió tras un tiempo prudencial y acudiendo a ayuda profesional, para poder superar su pérdida, que estaba queriendo tomar un camino erróneo y que la mejor manera de tratar con el dolor era honrando su memoria y cumpliendo sus sueños, llegando a ser todo lo que él se había planteado, como ella lo hubiera querido. Que ella, más que nadie, desearía verlo feliz y cumpliendo sus metas y sueños, que él le pudo compartir en su momento. Si bien no estando juntos físicamente, pero llevando el resto de sus existencia a ella guardada en lo más profundo de su ser. Pero una cosa él tenía muy claro. El día que quisiera iniciar una nueva relación, sería sólo cuando su corazón estuviera listo para volver nuevamente a amar y no sólo con la intención de desear sacarse de lo más recóndito de la memoria, los recuerdos y fantasmas de alguien más.
Hace unos días había recibido una llamada de los coordinadores de los eventos culturales que se iban a desarrollar una vez culminada la restauración del edificio. La intención de la misma era tratar de confirmar la presentación de los trabajos fotográficos de ella en uno de los salones principales como se había acordado, ya que no habían sido informados del lamentable suceso. Él, con las heridas aún presentes y el dolor que le recordaba aquel acontecimiento que ella, en vida, esperaba con tanto anhelo se realice, tomó la decisión de cancelar la exposición fotográfica, cediéndoles el espacio para que puedan incluir otro evento cultural en remplazo. Unos días después de haber cancelado la exposición fotográfica, el caminaba cercano al perímetro de aquella edificación sobre la cual ya se encontraban muy avanzados los trabajos para la mejora de su estructura. Entró en un bar con la intención de tomar un trago, que lamentablemente, su consumo se había venido convirtiendo en frecuente por el estado emocional que su irremediable pérdida le generó, mas comprendió tras la ayuda profesional, que sumergirse y ahogarse con alcohol y su propio dolor, lo llevaría a ser alguien que ella en vida por nada del mundo consentiría o toleraría verlo autodestruirse poco a poco, y por su propio bien, decidió no gastar el resto de su vida de esa manera. Pero la llamada y la posterior cancelación del evento lo habían alterado y quiso en cierta forma y sólo por esa ocasión, tratar de ahogar nuevamente el recuerdo, ya sea con un simple "shot" de tequila o un vaso de vodka. Se dirigió a la barra y tras hacer su pedido al bartender y recibirlo, se acomodó con la mirada perdida en el fondo del pequeño vaso. De pronto, su atención fue llamada por una peculiar  conversación que estaba siendo mantenida entre unos sujetos con vestimenta de obreros, los cuales afirmativamente eran encargados de los trabajos de restauración del antiguo edificio patrimonial. La base de la charla de aquellos hombres era sobre los acontecimientos dentro de la obra y sobre todo porque sostenían haber atestiguado la presencia de una entidad carente de cuerpo físico, no terrenal, tenebrosa, pero a la vez con una belleza particular. Él, al poner más atención al relato de aquellos obreros, decidió interrumpirlos y tras pedir disculpas por meterse en su conversación, les pidió comedidamente ser parte también de la misma, pues le intrigó la manera como habían descrito el avistamiento de aquella figura fantasmal femenina. Aquellos hombres viendo el interés del extraño sobre su historia, trataron de contársela sin omitir detalle alguno sobre lo que pudieron ser testigos, añadiendo también cosas que habían escuchado hablar de otros compañeros trabajadores del lugar sobre el mismo tema. Decían que aquella entidad se le ha encontrado vagando por los pasillos aún por restaurar del edificio patrimonial, pero sobre todo, su presencia era más frecuente en un piso en específico, con variabilidad en las horas en que se dejaba ver, pero con mayor periodicidad  su presencia se manifestaba más en la transición entre la tarde y la noche. Él solicitó a sus interlocutores más detalles sobre la apariencia de aquella mujer inmaterial, a lo que ellos dando la descripción más clara posible, lo dejaron estupefacto y por un largo momento sin la emisión de palabra alguna. ¡No puede ser posible!, exclamó repentinamente rompiendo el silencio momentáneo que se había generado y ante la sorpresa de los obreros que lo notaron muy intranquilo posterior a haber escuchado su historia. Se levantó súbitamente de su asiento y tras pedir detalles sobre la hora de entrada y salida a los obreros de su jornada laboral en el edificio patrimonial, abandonó sin demoras el bar con una marcha apresurada.
Decidió esperar hasta el día siguiente, quería verla, quería descartar la tesis que su pensamiento se había formado toda la noche después de haber escuchado la descripción de la apariencia de la entidad femenina que rondaba aquel edificio en restauración. Se negaba a creer que podría ser su alma, que de manera inexplicable, seguía presente en este mundo, pero de cierta manera tenía la seguridad contradictoria que realmente se podría tratar de ella.
La tarde era fría, quiso esperar hasta que sea aproximadamente la hora de salida de los trabajadores de la remodelación. Tras concluir la jornada, la mayoría de obreros ya habían dejado sus operaciones y eran pocos los que aún quedaban. Él esperaba de manera paciente, lo suficientemente cerca para poder distinguir la fisionomía de alguno de los sujetos que había conocido el día anterior y a los que estaba buscando para poder convencerlos de dejarlo entrar por un momento al edificio. Precisamente, uno de ellos era el encargado de cerrar la obra. Al verlo preparando las seguridades de las puertas que daban acceso al edificio, él rápidamente decidió abordarlo teniendo en cuenta que carecía de una excusa lo suficientemente convincente para que lo dejara entrar. El obrero se vio sorprendido por ver al extraño nuevamente reconociéndolo de inmediato. Le preguntó el motivo de su presencia en ese lugar, a lo que él respondió que había quedado muy intrigado por el relato sobre el supuesto fantasma que se ha visto en las instalaciones de la edificación. Sostuvo que le llamaba mucho la atención los temas paranormales y que deseaba hacer un trato económico con aquel obrero para que le permitiera tener acceso momentáneamente a las instalaciones de la obra. El trabajador obviamente al principio, dio su negativa rotunda, mas el incremento posterior que él hiciera sobre el pago que recibiría a cambio de la entrada, terminó convenciendo al obrero pero con la condición de que su paso al interior del edificio sería por un tiempo muy limitado. Él, sin demora y agradecido por el acceso otorgado a las instalaciones, se dispuso a ingresar, no sin antes recibir por parte del obrero un casco de protección, ya que no quería correr riesgo alguno de que aquel ajeno a los trabajos de remodelación, acabara haciéndose daño y por lo tanto metiéndole en problemas por permitirle estar allí.
Él entró, caminaba sin rumbo claro dentro del edificio patrimonial cuya estructura ya estaba por ser restaurada en su totalidad. Las remodelaciones en la mayoría de salones ya estaban cerca de ser concluidas, pero había otros en los cuales aún no se había iniciado trabajo alguno. Recordó que ella  le mencionó en vida el piso en donde le habían dado la autorización para situar su galería. Era en el segundo piso, y se desplazó de inmediato hacia el mismo. El interior de la obra estaba casi inundada por completo por la oscuridad, si no fuera por los tenues rayos de sol poniente que podían ingresar a través de los ventanales de los salones y que luchaban por romper ese ambiente de la invasión total por las sombras.
Recorría cada una de las estancias del piso al que se había dirigido. De entre todos los salones, uno de ellos llamó particularmente su atención o se sintió extrañamente atraído hacia él. Se paró justo en su entrada. Aquel salón estaba conformado por altos muros de los cuales en uno de ellos se enmarcaba un amplio ventanal, a través del cual, el paso de los escasos rayos de luz lo iluminaban de manera ligera  y le permitían dar una visualización, difícilmente detallada, sobre el interior de la habitación. Ingresó por completo a la misma, y una vez ahí, empezó a experimentar una mezcla de sensaciones. Era inexplicable lo que pudo percibir. Sentía una gran calma pero conjugada con el inicio de una sensación súbita de terror que le empezó a recorrer por el cuerpo, sobre todo cuando el ambiente del salón cambió drásticamente. La luz que ingresaba por el ventanal era ya prácticamente inexistente. Un frío repentino a su alrededor empezó a envolverlo y a carcomer hasta sus huesos. Se generó en él una especie de vértigo, teniendo la impresión de que los elementos a su alrededor giraban y que poco a poco se iba perdiendo estabilidad en el terreno bajo sus pies, incluso llegó a sentir la extraña sensación de que estaba levitando por un instante.
De repente, todo se detuvo, y él se encontró nuevamente en el centro del salón, oscuro en su totalidad y tras fijar su mirada al frente, se dio cuenta que no estaba solo. Delante de él se encontraba la figura de una mujer vestida con una túnica de color blanco grisáceo, descalza. Le estaba dando la espalda, es decir no podía ver su rostro, más si su cabello que le resultaba muy familiar, conservando ese color y la forma en que lo llevaba que de inmediato supo de quien se trataba, con tan sólo ver ese detalle de su anatomía. Ella, de pronto giró de manera sutil su cabeza, no totalmente, tan solo permitiéndole a él ver un costado de su rostro. Se generó entre ambos un silencio lúgubre, pero él sentía que ella no trataría de hacerle daño, o al menos  añoraba que lo pudiera recordar. Él, con temor decidió romper el silencio llamándola por su nombre, a lo que ella respondió con una sonrisa, que él pudo distinguir en su hemirostro, el cual era lo único que dejaba apreciar. Ella inesperadamente emitió unas palabras de sus labios.
-En realidad, ¿me quieres ver?
Al pronunciar éstas palabras en su tono se pudo distinguir una especie de advertencia, sobre algo que tal vez era más conveniente que no sucediera.
Tras un silencio prolongado y un titubeo por parte de él, casi involuntariamente salió de su boca la articulación de su respuesta con una mezcla de seguridad y temor.
-Sí, deseo verte
Pronunciado esto, ella empezó a voltearse por completo hacia él y de repente se detuvo.
Él, estupefacto y pendiente de cada movimiento que ella hacía, escuchó un tenue susurro con la voz de ella en su oído el cual le dijo:
-No te va a gustar lo que vas a ver.
Sin dejar de centrar su mirada en ella, tras la advertencia previa y haciendo caso omiso al temor que se había generado en él, dejó brotar de sus labios casi inconscientemente su respuesta:
-Quiero correr el riesgo.
Entonces una vez tomada su decisión, ella terminó de girar por completo hacia él.
La belleza aún estaba presente en su rostro, sólo que estaba tratada de ser opacada por una gran herida de la cual se podía observar la laceración de los tejidos. Su apariencia era tal cual la había marcado aquel trágico accidente, pero en cierta forma más pronunciada y dramática. En su mirada se reflejaba una mezcla de tristeza y alegría. Alegría por poder verlo e intercambiar palabras con él y tristeza por no poder tener contacto físico. Ella, era ahora una aparición incorpórea e intangible, un espíritu de luz y bruma. Nada más que una blanca silueta en medio de tanta oscuridad.
Él, con su pupila clavada y estática en la presencia inmaterial de la mujer, que pese a ya no formar parte de su mundo y dimensión, se encontraba en lo más profundo y en cada rincón de su ser, no tenía ya temor alguno por una extraña razón. Su mente incapaz de comprender sobre lo que sus ojos eran testigos, se puso a merced de su corazón, el cual a través de cada latido, expresaba su estado de conmoción y éxtasis por dicha escena, pero mezclado con el fuerte deseo de no realizar movimiento alguno que sea contrario a acercarse a ella.
De pronto el silencio se rompió al ella pronunciar estas palabras.
 -La fotografía es el romance perfecto, entre luz, tiempo, momento, lugar. En donde me encuentro el tiempo no existe, la luz es consumida por las sombras, lugar y momento son constantes y dolorosamente eternos. Ese romance se pierde sin todos los factores involucrados.
Mi alma, que ha escapado del mundo de los muertos, se siente atada al de los vivos por el hecho de no haber podido llevar a cabo lo que con gran ilusión anhelaba en mi existencia. Dar a conocer con mi trabajo y lo que más me gustaba hacer, aquello que estando ahí, tal vez ha escapado de la vista de muchos individuos. Mi intención a más de poder verte por un efímero momento, es suplicarte en pro de poder tener mi descanso eterno, que puedas realizar la muestra al mundo terrenal de lo que yo hacía cuando formaba parte de él. Te amaba demasiado cuando tenía vida, todavía lo hago en mi estado incorpóreo, y lo seguiré haciendo por toda la eternidad en aquel lugar en donde esperaré ansiosa el poder volvernos a juntar. No obstante quiero que vivas tu existencia plena, que seas feliz si encuentras a alguien mas, cuando estés listo para hacerlo. No malgastes la vida que te resta, aprovéchala al máximo y no creas que no estaría contigo, lo estaría en todas partes, al guardar mi recuerdo en lo más profundo de ti.
-Lo haré, por todo lo que has significado y aún significas para mí- dijo él y continuó - Le mostraré al mundo la manera en la que tú lo percibías. Con toda su gama de colores, sepias o grises, paisajes o retratos, tu perspectiva será expuesta y con mucha seguridad tendrá el reconocimiento que merece. Te amo y lo seguiré haciendo por haber llegado tú a mi vida sin tocar o pedir permiso, sin importar el gran desorden que había en ella ni el caos que tenía en mi cabeza, y mejor al contrario, al llegar tú y arreglarlos. Desde que la muerte y su atrocidad  te arrancó de mi vera, te he sentido en todas partes pero no estando tú realmente en ninguna. Aún conservo y conservaré esa foto tuya que mis ojos tomaron al regalarme la más hermosa de tus sonrisas, la cual generó en mí un gran desorden de emociones.
Ella, tras un movimiento inmediato y casi indetectable, llegó a trasladarse hasta pocos centímetros de él, con la intención de tocar sus manos, sin poder conseguirlo por obvia limitación física, que sin embargo, él pudo percibir una sensación que se tradujo en un leve frío sobre su piel. Ella respondió.
-Sin embargo,  llegarán otras nuevas sonrisas, personas que darán giros significativos a tu mundo y experiencias que tampoco escaparán de tu memoria. Por tal motivo, estoy convencida que el tiempo o el destino no siempre va en nuestra contra.
Despídete con una sonrisa en tus labios de todo aquello que se ha ido y no lo olvides nunca, pero sonreirás aún más por todo lo que llegará.
Cumpliendo mi voluntad, es imposible que un nuevo encuentro físico se pueda llegar a dar, más nuestro encuentro espiritual se dará, cuando esté determinado, por toda la eternidad.
Busca tu felicidad, que la mía se queda contigo, ya que nada me hará más feliz en el descanso eterno que el verte a ti cumpliendo tus anhelos, viviendo tus sueños.
 
Él presentía su inevitable partida con su único deseo de darle un regalo a su amante etérea, más con el inmenso dolor de no saber cómo poder envolver un abrazo y un beso que sea destinado al más allá.
 
De repente, de la manera súbita en la que apareció, aquella blanca silueta se esfumo del salón, quedando tan sólo él con la firme convicción de cumplir su última voluntad para poder así dar a aquella a la que tanto amó, el merecido descanso tranquilo y eterno.
 
Tiempo después y tras haber coordinado nuevamente con los organizadores de los programas culturales en el edificio patrimonial,  restaurado en su totalidad, la exposición fotográfica figuraba como evento principal y encargada de abrir la inauguración. En el centro del salón en donde se desarrollaba la galería, se encontraba la imagen ambientada en escala de grises, en la que su protagonista era una hermosa y joven mujer que había generado un autorretrato, con la nacarada piel de su lado derecho al descubierto y sosteniendo su cámara hábilmente con su mano opuesta, proyectando en primer plano la belleza de sus facciones junto con la de su clara y profunda mirada, aquella mirada en cuya retina se gestaron todas y cada una de las imágenes de la exposición y que darían a conocer la forma como ella percibía este mundo.

 

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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 11.01.2016.

 
 

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