Oda en G menor

 

Eres la delicadeza pintada en los azules de mi corazón.
El inconfundible y melifluo sonido de mi nota favorita,
a veces grave y áspera, a veces aguda y tierna,
pero siempre mi predilecta.

Eres la irrompible fragilidad de la mañana entre mis brazos;
el sazón de la soledad danzante de faunos en mi patio.
Los vuelos desenfrenados de colibrís policromáticos
en los rincones de mis andadas.

Eres la inexplicable dulzura de la sinceridad,
esa que muy rara vez se encuentra;
te mantienes impecable, humilde y repleta de belleza,
y de esa manera, sonámbula (ingenua) te arraigaste en mis latidos
con mágicos susurros de cariño altruista bien disimulado,
pero mal reconocido.

Eres la serendipia que tanto necesitaba, y que ignoraba,
imperfectamente perfecta, misteriosa y transparente,
madura e infantil, soñadora y sensata, curiosa y recatada,
la melodiosa cacofonía del verbo amar.

Eres más que afecto, aunque me causes afección,
la sonrisa oculta entre sábanas de enajenación.
Eres la libertad que trato de seguir, más nunca poseer.
Porque jamás seré tu dueño y tampoco es mi deseo;
eres completamente tuya, eres tú, eres lluvia, eres fuego.
Eres mujer, eres cariño, eres calor en este invierno sin desenlace previo.

Brandon Aramis Balderas Rocha.

 

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