Un charco de sangre se extendía sobre el suelo de mi cuarto, ella yacía muerta y con los ojos aun abiertos, el cuchillo había atravesado demasiado fácil su abdomen, creí que iba a tener que ejercer más presión sobre el, no murió al instante, rogaba que la ayudara, que la salvara; yo solo me quede observándola, estaba como en una especie de shock, así que no podía moverme, al final se cansó y ahora lo que queda de ella reposa en mi cuarto.
Por un lado tenía que pagar todo el mal hecho, pero por otro ¿Quién era yo para juzgarla?, ¿Quién era yo para hacerla pagar?, actué sin pensar, sentía un hormigueo de victoria al planearlo, pero ahora, solo siento la culpa invadir cada parte de mí, e instalarse tanto en mi cerebro como en mi alma. Creo que se quedara allí para siempre.
“Ella” puede ser la justicia, la verdad, la amistad… porque todos los días matamos algo tanto inconsciente como conscientemente, para cada persona representa algo diferente, pero cuidado, hay algunas personas que tienen posibilidad de salvarla.
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Veröffentlicht auf e-Stories.org am 23.08.2014.
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